La lechuga es una de esas verduras que habría que comer casi a diario: aporta abundantes vitaminas y pequeñas dosis de minerales que enriquecen la dieta sin aportar apenas calorías. En las ensaladas es la reina y combina casi con todo.
La lechuga pertenece a la familia de las asteráceas y se cultiva desde hace más de dos mil años. Por lo visto los romanos e incluso los griegos apreciaban ya sus virtudes y su sabor, se ha dicho que tranquiliza, que va bien para la vista, el insomnio y la retención de líquidos, e incluso que influye en la libido, es un alimento alcalinizante, refrescante, remineralizante, tiene cualidades hipnóticas, que ayudan a conciliar el sueño, y también analgésicas frente al dolor, también posee propiedades hipoglucemiantes (reduce el azúcar en sangre), lo que hace aconsejable su consumo por los diabéticos.
La lechuga es una de las hortalizas más sencillas de manejar dentro del huerto, por lo que es muy común encontrar estas dentro de los mismos. Es una planta que no disfruta mucho de las heladas, y no le gustan los encharcamientos dentro del sustrato. Es una planta no muy exigente de alimento, pero si es importante dárselo para evitar que el tamaño que tome sea muy pequeño. Es muy importante la luz para la lechuga, ya que, si nosotros le restringimos la cantidad de luz a la misma, puede llegar a florear desde muy pequeña. Esto no quiere decir que nuestras lechugas no puedan ir dentro de nuestra casa, ya que es una planta muy adaptable.
La lechuga es una planta que no necesariamente debemos de arrancar, ya que podemos ir cortando únicamente las hojas que nos iremos comiendo.