La manzanilla es la reina de los tés por excelencia; algunos hallazgos muestran que esta planta ya se consumía en el antiguo Egipto hace más de 3000 años. La manzanilla contiene propiedades analgésicas, ansiolíticas y antiinflamatorias, tiene compuestos que ayudan al sistema inmunológico, paliativo para el control de la glucolisis, ayuda al control del colesterol, reduce las manchas de la piel y se puede usar para tratar la conjuntivitis.
Es una planta de gran crecimiento tanto a lo ancho como a lo alto, por lo que podarla es de mucha utilidad para mantenerla en el tamaño correcto para nuestro huerto; para realizarlo lo único que se necesita es cortar las puntas de arriba hacia abajo y del exterior al interior con unas tijeras o navaja bien afiladas y desinfectadas en tramos no mayores a 15 cm de longitud. Es una planta que disfruta mucho del sol directo y no requiere de agua tan constantemente (pero prefiere los sustratos húmedos), es una planta que se relaciona muy bien con otras plantas, pero que tiende a soltar muchas semillas, por lo que una de las principales tareas con esta planta y su posición en el huerto será el de retirar los nuevos brotes y plantas germinadas ya que si esto no sucede puede invadir todo el espacio de las demás especies en nuestro huerto.
Para cosechar es preferente esperar a que la manzanilla esté en etapa de floración bien avanzada (esto se nota porque la planta tiene flores en más de un 80% de sus puntas). Una vez que sus florecillas comienzan a tener un color homogéneo, estas se pueden cortar para poder sacar un mejor sabor de estas. Si lo que nos interesa es guardarlas, solo es necesario cortarlas sin que las flores envejezcan demasiado (para que no pierda aroma ni sabor) y guardarlas en un sobre de papel estraza en un lugar fresco y seco.